Wednesday, August 17, 2011

Aprendemos de la Permacultura en Cuba


A continuación recuperamos íntegro el artículo Aprendemos de la Permacultura en Cuba, de Pep Tuson Valls, ingeniero técnico agrícola, publicado en la Revista Agrocultura, número 37, Verano de 2009, editada por la asociación catalana L’Era, Espai de Recurso Agroecològics: www.associaciolera.org

En Cuba, hay quien de la necesidad ha sabido hacer virtud. Si la situación se pone difícil y hay problemas de carestía de alimentos, pues hacemos un jardín productivo que nos dé sombra, aproveche los residuos para hacer compuesto, nos alegre la vista y nos aporte parte de la comida. Una Fundación cubana, junto con un grupo de barrio de la capital, trabaja para acercar la Permacultura a los vecinos y así hacerles la vida más agradable y sostenible. 
El autor nos presenta la crónica de una visita muy personal.

Me costó llegar a casa de Isabel. Más de una hora desde el centro de La Habana, donde me encontraba por asuntos familiares. Yo tenía un contacto que me proporcionó el permacultor Antonio Scotti con la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre (FANJ) . Era un día soleado y de temperatura agradable del invierno cubano, en enero de 2009. El taxista iba bastante despistado y, a medida que nos acercábamos al barrio de El Sevillano, crecía su desorientación. Preguntaba a peatones y daba vueltas y así, poco a poco, nos acercábamos a mi destino. El día antes había llovido y los baches de las calles estaban llenas de agua, lo que obligaba a sortearlos con habilidad y paciencia.

Una selva ornamental

Cuando encontramos la casa que buscábamos, nos recibió Isabel, una mujer de palabra fácil y agradable, en la puerta de un jardín en cuyo centro estaba la casa. Atravesamos lo que era casi una selva de plantas ornamentales, con las que se gana la vida.
Isabel forma parte del "Grupo de sostenibilidad urbana El Sevillano", que ya cuenta con 27 miembros de este núcleo urbano y que tiene como objetivos formar a la gente en la práctica de una agricultura sostenible, con charlas, talleres, encuentros, cursos e intercambios, mejorar las especies de animales criados y de plantas cultivadas en los patios y mejorar las condiciones higiénicas del entorno. También se organizan fiestas de intercambio de semillas, como la que el Grupo El Sevillano hará pronto en coordinación con la FANJ, que está empezando a crear un banco de semillas para preservar y difundir las variedades autóctonas cubanas, incluidas las de trigo de maíz no transgénico que hay.
El barrio es nuevo, hace unos quince años que se parceló en patios de unos cuatrocientos metros cuadrados y se empezó a construir casas bajas. En estos patios, la gente del grupo ha comenzado a practicar la agricultura ecológica con un diseño de permacultura.
Isabel me dice que su parcela tenía una tierra muy mala y la superficie era de relieve irregular. Ella, pacientemente, ha rellenado los hoyos con buena tierra y ha aportado mucho estiércol de conejo y de caballo. Ahora es un jardín exuberante, plenamente aprovechado en las tres dimensiones, con árboles enormes, como un mamey que ella plantó, otros árboles medios, arbustos, plantas colgadas, orquídeas en el tronco de los árboles y multitud de plantas ornamentales. Además, las hierbas espontáneas de corta altura que deja crecer libremente para que ocupen los espacios libres y, junto con las hojas de los árboles, aporten materia orgánica para fertilizar la tierra. 
También, compuesto hacemos, sobre todo de conejo y de caballo, no le gusta el de vaca. Tiene dos conejas, que se comen los restos vegetales y le dan una parte de la basura que necesita. El piloto de compuesto es itinerante, lo hace en las zonas donde observa que las plantas no han crecido bien, señal de una tierra que necesita mejorar la fertilidad. 

El impulso de la Permacultura

Un rato después llegó Carmen Cabrera, que trabaja en la FANJ , donde es miembro del equipo del Programa de Desarrollo Urbano Sustentable (PRODUS), junto con Cari Cruz y Roberto Sánchez. Este programa se inició en 2002 y ha recibido un impulso en los últimos tres años. Carmen me cuenta, con su voz suave y tranquila, que el equipo tiene mucha demanda de proyectos a raíz de los ciclones de finales de verano y otoño de 2008, para reconstruir espacios y fincas sobre bases sostenibles.
Me dice que en Cuba la permacultura se desarrolló con el período especial, que comenzó en 1991, con la crisis de la Unión Soviética. A partir de este hecho, Rusia no quiso cumplir los acuerdos firmados con Cuba y eso supuso una severa reducción de los abastecimientos de petróleo y de sus derivados. La crisis energética redujo drásticamente la fabricación de abonos y biocidas sintéticos, y las posibilidades de mecanización y de transporte.
En estas circunstancias, vino de Australia un equipo solidario dirigido por David Holmgren, discípulo de Bill Mollisson, los creadores de la Permacultura. Se trataba de impulsar un nuevo sistema de producción agraria basado en la reducción radical del consumo de energía y en el aprovechamiento de todos los recursos disponibles en la isla, desde el trabajo manual y la tracción animal hasta todo tipo de residuos orgánicos, hierbas espontáneas y el uso de arrope (residuo fibroso de la prensada de la caña azucarera) para la cobertura del suelo, el compostaje y la fertilización del suelo.
La permacultura y la agricultura orgánica se desarrollaron rápidamente en el país. De hecho, en Cuba se encontraron, de repente, en una situación como la que trata de prevenir el movimiento de Ciudades en Transición que, como opción libre y consciente, organiza un funcionamiento de la sociedad basado en un ahorro riguroso de energía, correspondiente a una situación de " cero petróleo ", situación que no ha hecho más que empezar y que puede ser plenamente real pronto. La cuestión es hacer de la necesidad, virtud, y encontrar el placer de producir de una manera eficiente y de vivir en armonía con nuestro entorno.
La Fundación (FANJ) se ha consolidado como un centro cubano de promoción de la Permacultura. Es una institución civil, no gubernamental, sin objetivo lucrativo, que trabaja para la protección del ambiente en su relación con la cultura y la sociedad. Funciona con subvenciones diversas, como las que le llegan de entidades internacionales de cooperación, entre otras.

Un huerto a la sombra de plataneros

Isabel me acompaña, caminando por las calles del barrio, a casa de Nano, un miembro del Grupo. En uno de estos patios ha creado un bosque frutal y huerta. Predominan los plataneros, acompañadas de algún mamey, guayaba, papaya, mango y cocotero. Aprovechando los claros, pero también la sombra de los árboles, hace bancales rectangulares y planos que rehace cada año con la horca de tres púas, trabajando la tierra hasta unos 10-15 cm de profundidad. Los caminos, los cubre con virutas.
Tiene una colmena de abejas, pero se han muerto a causa de los insecticidas que utiliza un vecino. En un rincón del huerto hará una balsa con peces. Recuerdo que Carmen me dijo que se recomienda que un 15% de la superficie de la parcela esté cubierta de agua, para regular la humedad ambiente y aumentar la diversidad de vida en este espacio. Tiene algunos conejos y hace extractos de hierbas y residuos vegetales, llenando medio bidón de agua y la otra mitad con vegetales, con los que riega el suelo y las plantas.
Las asociaciones son varias:
Acelga + tomate
Lechuga + acelga + pimiento + albahaca
Y, además, hay plantas medicinales y condimentarias.
Un chaparrón nos obliga a refugiarnos en la casa y aprovechan para invitarme a un café concentrado y aromático.

El huerto de la felicidad

Cuando vuelve a salir el sol, nos dirigimos a la casa de otro miembro del Grupo, Chus, del que Isabel me dice: "Fíjate bien, porque todo lo que tiene en su huerto se belleza". Alrededor del patio, lo que sería acera, es una frondosa plantación de boniato y la valla de red metálica está cubierta de plantas de frijol que suben.
En la entrada, un letrero dice "Patio de la felicidad con la permacultura criolla. Nos enseñar a cuidar la tierra, cuidar a las personas ". El patio, de cuatrocientos metros cuadrados está aprovechado al máximo. A la sombra de árboles como mamey, guayaba, mango, papaya, plátano y otros, y también en los claros, encuentro bancales, que llaman "canteros", elevados 30 cm, con formas diversas, rectas, en forma de herradura, de “ese”, en zigzag. Trabaja cada año los bancales, superficialmente, aprovechando para mezclar el compuesto con la tierra.
Hay plantas de lechuga haciendo semilla y un plantel.
Las asociaciones están en todas partes, diversas y plurales:
Acelga + pimiento.
Col + pimiento + lechuga + cebolla y ajo, o bien sustituyendo el pimiento por tomate.
Además, intercala albahaca y "hierba de los muertos".
El resultado es un espacio Polifemo muy agradable y muy productivo.
Los caminos están cubiertos con serrín. Cerca de las plantas más sensibles a las babosas y caracoles, cubre los caminos con cartones mojados, que utiliza de trampa.
Utiliza adobe natural mediante algunos conejos que tiene y también el estiércol de caballo que le dan, para hacer compuesto con lombrices de tierra.
Sobre una base de suelo ácido, también aporta un poco de cal y pinta con ella los troncos de los árboles.
No he visto en ningún huerto instalaciones de riego y utilizan el mínimo posible de agua. En este caso, recoge el agua de la lluvia de una parte del tejado.
Chus tiene una intención didáctica y en su huerto sitúa letreros que indican "naranja agria", "acelga", "boniato" y los diversos cultivos, compuestos y otros como "área de descanso", un espacio de reunión y descanso a la sombra de un árbol.

Un estilo de vida

Volvemos a casa de Isabel donde nos espera Carmen. Me comenta que este proyecto quiere extender entre los vecinos la creación de espacios productivos para el autoconsumo, para mejorar la dieta. Estos patios se convierten en unos espacios de gran diversidad biológica y estética, muy agradables y sostenibles en una especie de equilibrio siempre en evolución.
El programa PRODUS intenta que la sociedad urbana produzca una parte de lo que consume y que recicle lo que le sobra, creando una armonía entre la sociedad urbana y su entorno.
A lo largo de la conversación con Carmen, concretamos este equilibrio con el ejemplo de los huertos que yo había visitado esa mañana. Me había fijado que en cada huerto de autoconsumo había entre dos y cuatro conejas y pregunté por qué no había más. El razonamiento se basaba en el peso de la lógica: las conejas producen carne para la familia y adobe para el huerto. El estiércol hace aumentar la fertilidad del suelo y la producción de hortalizas. Pero las conejas necesitan comer y, por tanto, se las debe dedicar una parte de la superficie del huerto para su alimentación, lo que hace disminuir la producción disponible para la familia. Desde esta percepción, tanteando, se puede llegar a un equilibrio entre las tres partes: la familia, el huerto y las conejas, de modo que ninguna de las tres reduzca la disponibilidad de las otras sino que cada una potencie las otras y el conjunto se convierta el máximo de eficiente y sostenible. El equilibrio es el criterio para determinar el lugar de los animales domésticos en una finca y en el sistema productivo global.
De hecho, la Permacultura es un estilo de vida global, es la creación de un equilibrio, integrado por muchos equilibrios parciales, entre la Tierra, las personas y sus relaciones.

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