Monday, September 5, 2011

Cine cubano: El imprescindible compañero de viaje


Imagen del film Habanastation, de Ian Padrón. Tomada de latidosdecuba.blogspot.com 

Recientemente tuvo lugar en la mayor de las Antillas el estreno del film Habanastation, del director cubano Ian Padrón, probablemente una de las producciones cinematográficas que más han dado que hablar en los últimos años en la Isla, sobrepasando incluso sus fronteras, con una gran unanimidad respecto a la crítica y opiniones, especializadas o simplemente, tal es nuestro caso, des de la mirada del espectador amante del séptimo arte, y en particular del cine y cultura cubanas.

Cuba y en particular su capital, La Habana, pueden presumir de estar entre los primeros lugares de Latinoamérica donde llegara la novedad revolucionaria del séptimo arte, en fecha tan temprana como 1897. Pero no fue hasta 1950, con la creación de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, y en particular a partir del triunfo de la revolución de enero de 1959, mediante el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), creado i dirigido desde entonces por las personalidades más destacadas del cine cubano, como Julio García Espinosa, Tomás Gutiérrez Alea (director del imprescindible clásico del celuloide Fresa y Chocolate, 1993) Alfredo Guevara y José Massip, con la propuesta de hacer un nuevo cine crítico y problemático que se convirtiera, en palabras del mismo Guevara, en “el más poderoso y sugestivo medio de expresión artística, y el más directo y extendido vehículo de educación y popularización de las ideas.”

Más allá de la evolución histórica del arte cinematográfico en Cuba, hasta convertirse en uno de los más referenciados y proyectados internacionalmente de América Latina, gozando incluso de un Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, que tiene lugar cada mes de diciembre en La Habana, éste se ha convertido en elemento imprescindible para aquel viajero quien desee profundizar en el conocimiento de este maravilloso país caribeño y, en particular, en la percepción de sus complejidades y contradicciones que, como con todas las sociedades y culturas del planeta, también se expresan a diario en Cuba. Quizás, más que ningún otro medio de expresión cultural, entre los muchos que han sido causa y consecuencia a la vez de tener uno de los pueblos más cultos del mundo, el cine cubano ha sido capaz de proyectar con gran precisión y detalle las extraordinarias peculiaridades y especificidades de sus gentes, adoptando siempre una mirada crítica de la realidad, algo muy propio de una democracia madura. Así es, con gran maestría, en el caso de Habanastation, a través de una historia centrada en la relación entre 2 niños con tan distintas realidades pero también con tanto que compartir. “Y los niños” que en palabras del escritor segoviano Andrés Sorel, profundo amante de Cuba y de su causa, son “los que juegan, los que caminan de regreso de las escuelas a sus casas… Los niños quizá sigan ofreciendo la mejor imagen de Cuba.” Los mismos a los que de forma tan hábil y emotiva homenajea Ian Padrón en su magnífica obra, de la misma forma que hiciera su padre con el tan querido personaje, entre niños y también adultos, de Elpidio Valdés. Aquellos niños que durante estos primeros días de septiembre han tenido la suerte de poder disfrutar de todo esto y mucho más en bonita y agradable ciudad de Las Tunas.

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