Saturday, March 17, 2012

Hotel Nacional de Cuba. Un viaje por la historia


El Hotel Nacional de Cuba se encuentra en la calle O, esquina con 21, en el Vedado. El jardín y terraza del edificio alberga la mejor de las vistas del Malecón habanero, lugar privilegiado para observar una de las múltiples manifestaciones del pueblo cubano, por ejemplo la del primero de mayo. Será un auténtico placer descubrir las interioridades de este distinguido y elegante edificio de estilo ecléctico, sobre todo si se va acompañado de una excelente guía, como la que quienes escriben tuvieron la suerte de encontrar en el mismo hotel, con inacabables conocimientos sobre la historia que esconden sus paredes, salones, habitaciones, pasillos y exteriores.

Declarado Monumento Nacional de la República de Cuba en 1998, el Hotel Nacional de Cuba ha albergado, durante sus más de 7 décadas de historia, a centenares de celebridades de las artes y las ciencias, como Ava Gardner, Jonny Weismuller, María Félix, Nat King Cole, Jorge Negrete, Alexander Flemming, entre otros, para más recientemente reunir entre sus paredes a multitud de personalidades de talla política mundial, como Ken Livingstone, alcalde de Londres y Hugo Rafael Chávez Frías, presidente de la República Bolivariana de Venezuela.

Este magnífico edificio ha sido sede de numerosos acontecimientos de primer orden en la historia moderna de Cuba, como el asalto del mismo por parte de un grupo de militares, el 2 de octubre de 1933, que el entonces oficial Fulgencio Batista se encargo de reprimir mediante un intenso bombardeo de artillería pesada.

En diciembre de 1946 en el Hotel Nacional de Cuba se realizó uno de los más cruciales encuentros de todos los capos mafiosos de los Estados Unidos y de aquellos que se ocupaban de sus negocios en la Isla. Este acontecimiento histórico llegó a ser más importante todavía por la participación de uno de los más famosos Capo di Tutti di Capi del crimen organizado, Lucky Luciano, quien después de pasar varios años de prisión en Norteamérica y de ser deportado a su natal Sicilia, se reunía por primera vez con su Famiglia del Hampa. Este encuentro fue organizado y orquestado por su consigliere Meyer Lansky, quien por aquel entonces había creado en la isla caribeña grandes lazos de interesada fraternidad entre el crimen organizado y la élite del gobierno cubano, augurándoles no solo una base sólida en los negocios sino también seguridad para pasear la isla a sus anchas usándola como trampolín entre sus sucios negocios y el mercado de la ya por entonces primera potencia económica mundial. Entre los capos que asistieron a la reunión se encontraban representantes y herederos Al Capone, quien no estuvo por encontrarse enfermo de muerte en su residencia en Miami, luego de haber salido de la prisión. De Cuba asistieron Amadeo Barletta y Amleto Battisti. La leyenda cuenta que “fue toda una noche, bebidas, un delicioso menú y por último Frank Sinatra, el ahijado de la mafia, cantó para cerrar con broche de oro aquella reunión”.

Con el triunfo de la revolución, se fundan en el Hotel Nacional de Cuba algunas de las principales organizaciones de masas que pronto se convertirían en columna vertebral de la revolución, como las Milicias Nacionales Revolucionarias y los Comités de Defensa de la Revolución, así como la Escuela para Campesinas de Montaña Ana Betancourt, fundada en enero de 1961 por el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz.

En su paseo por el inmenso patio exterior del hotel, además de contemplar fascinado la majestuosidad de las vistas al Malecón habanero, al conjunto de la ciudad y al mar infinito, se aconseja al viajero detener-se en un auténtico paseo por la historia de la defensa militar, pues allá donde otrora los constantes ataques de piratas y corsarios, junto a la mismísima toma de La Habana por los ingleses, llevó al poder colonial a proyectar la construcción de diversas obras de protección y defensa, entre los cuales la Batería de Santa Clara, en los terrenos ocupados hoy por el Hotel Nacional de Cuba, exhibiéndose todavía en el jardín 2 de sus cañones, el “Krupp” y el “Ordóñez”. En el mismo espació, uno puede también cruzar-se y descubrir una monumental obra de ingeniería militar, constituidas por un conjunto de baterías antiaéreas y trincheras tapiadas debajo de los jardines, construidas por el gobierno revolucionario para afrontar el crucial episodio de la crisis de los mísiles de octubre de 1962, conflicto que tuvo en vilo por unos días a toda la humanidad. La misión no era otra que repeler un hipotético ataque norteamericano, tal y como un conjunto de documentos gráficos de la época se encargan de recordar a aquel quién tiene la fortuna de descubrir.

Un auténtico viaje por la historia de un pueblo en constante lucha por su independencia y la revolución.

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